Salvador Illa Roca
Ministro de Sanidad
18 de junio de 2020
Intervención
Muchas gracias, señor presidente. Buenos días. En primer lugar, quería agradecer a sus señorías el hecho de haber solicitado mi comparecencia en esta Comisión para la Reconstrucción Económica y Social. Desde luego, uno de los aprendizajes que nos está dejando la pandemia es la necesidad del trabajo conjunto, constructivo y acordado para poder salir en las mejores condiciones y avanzar hacia el futuro de la mejor manera posible. Voy a intentar ajustarme al tiempo y compartir con sus señorías la visión que desde el Ministerio de Sanidad tenemos sobre las líneas que creemos que deben abordarse en el ámbito de la sanidad y la salud pública. Me van a permitir que, antes de entrar en estas consideraciones, tenga un recuerdo para las personas fallecidas a causa del COVID-19, para sus familiares y personas allegadas, así como para quienes se están recuperando en estos momentos de una enfermedad que ha sido en muchos casos muy dura.
La primera gran lección de esta crisis sanitaria es, como he comentado en alguna ocasión, la necesidad de humildad. El mundo, Europa, España, nadie pudo prever ni estaba totalmente preparado para una pandemia tan agresiva provocada por un virus desconocido; tampoco para la tensión que han sufrido los sistemas sanitarios, incluso los más desarrollados, como es el caso del nuestro. Ha sido doloroso por el coste social y humano, por tener que confinar el país y porque es una pandemia que nos ha obligado a cambiar la forma en que nos estamos relacionando. Esta pandemia ha hecho más evidente la necesidad de abordar el futuro del Sistema Nacional de Salud para que siga cuidando de la salud de la población española. Un reto de esta magnitud es difícil de abordar para cualquier sistema público de salud, como estamos viendo en todos los países del mundo. En estos meses hemos visto cómo la pandemia ha tensionado el sistema hasta tal punto que ha puesto de manifiesto muchas de sus fortalezas, pero también algunas de sus debilidades, que son las que hemos de intentar corregir. Aunque sabemos mucho más y el conocimiento científico ha avanzado a una velocidad mayor que la habitual, seguimos teniendo muchas incertidumbres y a día de hoy no existe ni tratamiento específico ni vacuna frente al virus. Afortunadamente, en España estamos en una fase de control de la epidemia, pero en este mismo momento otros países están sufriendo su terrible impacto. Otros países están teniendo nuevos brotes y el nuestro también.
Por tanto, a mi juicio, debemos trabajar en estos momentos con dos miradas y en dos ejes. Por una parte, sabemos que tenemos que adaptar el sistema para convivir con el virus durante un tiempo y estar preparados para posibles repuntes y, eventualmente, una nueva oleada, es decir, hemos de trabajar en esto que hemos venido en llamar nueva normalidad, que acabará cuando tengamos un tratamiento eficaz o una vacuna para derrotar definitivamente al virus. Por otra parte, tenemos la obligación de fortalecer el sistema sanitario público. Desde luego, debemos dotarlo de mayor financiación, pero también iniciar las transformaciones necesarias para que pueda atender las necesidades actuales y futuras de toda la población. Por ello tenemos que ser capaces de aprovechar este momento para impulsar una transformación del Sistema Nacional de Salud hacia un modelo más robusto, más flexible y más resiliente. Es una transformación que es necesario afianzar, a mi juicio, en cuatro líneas o acciones prioritarias. En primer lugar, para prepararnos para hacer frente a futuras pandemias o a segundas oleadas del COVID-19; en segundo lugar, colocando a las personas en el centro del sistema; en tercer lugar, cuidando a los que nos cuidan a nosotros; y en cuarto y último lugar, afianzando la sanidad pública como un servicio esencial del Estado del bienestar. En este impulso deben jugar un papel fundamental las comunidades autónomas. España es un Estado compuesto, en el que las comunidades autónomas tienen un papel central en la gestión del sistema público de salud. Esta es una fortaleza, a mi juicio, del sistema que nos ha permitido responder al COVID-19 de manera coordinada, cohesionada y unida, y el camino que debemos seguir es profundizando más en esto, en mejor cooperación, mejor coordinación y mejor cohesión.
Como les decía, desde la humildad, la primera lección aprendida es que tenemos que dotar al Sistema Nacional de Salud de una mayor capacidad, preparándolo para hacer frente a posibles repuntes o segundas olas del COVID-19 o, si fuera necesario, para hacer frente a la emergencia de otras amenazas pandémicas. Sabemos que tiene esa capacidad porque lo ha demostrado durante toda la crisis, pero debemos hacer posible que dé esa respuesta sin las tensiones a las que nos hemos visto sometidos en estos últimos meses. Esta preparación requiere una acción amplia, coordinada en múltiples niveles, en la que el Gobierno y especialmente el Ministerio de Sanidad llevamos meses trabajando y debemos afianzar. Son cinco prioridades estratégicas, en las que creo que todos estaremos de acuerdo. En primer lugar, tenemos que garantizar la disponibilidad de los productos sanitarios esenciales, incluyendo equipos de protección, pruebas diagnósticas, equipos de ventilación mecánica invasiva y medicamentos. Esta disponibilidad requiere de varias acciones simultáneas a su vez. En primer lugar, desarrollar reservas estratégicas de material esencial en todos los niveles administrativos, y en este aspecto tanto las comunidades autónomas como el Gobierno estamos desarrollando una intensa labor, ya que, por un lado, las comunidades autónomas están desarrollando sus propias reservas estratégicas de estos materiales, y, por otro lado, en el Ministerio de Sanidad ya lleva un cierto tiempo conformando esta reserva estratégica de refuerzo que tienen que hacer y están haciendo las comunidades autónomas, y esta reserva estará dimensionada en función del consumo medio real que hemos tenido durante la pandemia y contará con productos como mascarillas, guantes, ventiladores o medicamentos, entre otros. Por tanto, una reserva estratégica es el primer escalón. Y, además, es necesario garantizar la disponibilidad de material fundamental a lo largo del tiempo. Por ello uno de los objetivos del Gobierno desde hace meses ha sido afianzar y reforzar la producción nacional de productos y fármacos esenciales. Esta estrategia, impulsada junto con el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo y el Ministerio de Ciencia e Innovación, se está desarrollando o reorientando sectores productivos, para que nuestro país cuente con capacidades propias, y no dependa de importaciones. En concreto, en materia de equipos de protección, hemos impulsado el aumento de la fabricación de varios productores nacionales que ya venían fabricando estos materiales y la reorientación de otros fabricantes de sectores afines. Un ejemplo ha sido la puesta en marcha por parte del grupo Mondragón de equipos de producción de mascarillas, con un montante de 60 millones de estas para los próximos seis meses. Y, por ejemplo, en materia de equipos de respiración asistida, conocen ustedes el trabajo que hemos realizado con la empresa Hersill, que, junto con la empresa Escribano, ha multiplicado su capacidad de producción de equipos de ventilación asistida, razón por lo que hemos celebrado un contrato con estas empresas para el suministro de 5000 equipos de ventilación mecánica invasiva, de los cuales 4590 ya han sido suministrados.
La segunda prioridad estratégica de preparación ante emergencias sanitarias es optimizar y reforzar los sistemas de vigilancia epidemiológica. Durante la crisis sanitaria se ha avanzado mucho y de forma muy rápida en este ámbito, si bien es necesario seguir progresando en fortalecer y mejorar los sistemas de información epidemiológica. Más allá de los sistemas de alerta temprana desarrollados por la nueva estrategia diagnóstica del COVID-19, es necesario apuntalar la integración automática y en tiempo real de los datos de la historia clínica electrónica de los centros sanitarios, lo que nos permitirá aumentar la velocidad, la cantidad y la calidad de la información. Tenemos que avanzar también en ampliar los sistemas centinela, de la gripe, de forma que integren el COVID-19 y otros virus respiratorios y que estén operativos de cara al próximo otoño. Y, por supuesto, reforzar la vigilancia implica también dimensionar y dotar de forma adecuada los equipos de profesionales en todos los niveles administrativos.
Una tercera enseñanza del proceso que hemos vivido es la importancia de aumentar la adaptabilidad y la rapidez de respuesta de nuestro sistema. Para ello será necesario mantener actualizados los procedimientos de respuesta rápida y coordinada en todos los niveles de gobierno. En este sentido, aunque la evolución epidemiológica es buena, no bajamos la guardia. Trabajamos para que, si fuera necesario, los servicios de salud puedan poner en marcha los planes de contingencia y reactivar de forma rápida todas las capacidades sanitarias que han sido replegadas en las últimas semanas. De hecho, uno de los indicadores que se ha tenido muy en cuenta a la hora de gestionar el plan de desescalada por parte del Gobierno y las comunidades autónomas ha sido el de tener los recursos suficientes para hacer frente a un posible rebote y poder activar los planes de contingencia en un corto periodo de tiempo, como máximo cinco días.
Señorías, otra de las grandes lecciones de esta crisis sanitaria es que será la ciencia la que nos permita derrotar al virus. Por ello es clave invertir, fomentar y aportar los recursos suficientes a la investigación y el desarrollo. Debemos invertir en el desarrollo de vacunas, tratamientos y productos para hacer frente al coronavirus, pero también, pensando en el futuro de nuestro país, para el desarrollo de un modelo productivo competitivo que aporte recuperación y desarrollo social tras la pandemia. En ese sentido, el Instituto de Salud Carlos III ha demostrado ser un referente a nivel internacional en investigación e innovación sanitaria. Como saben, el instituto ha coordinado la encuesta nacional de seroepidemiología, uno de los estudios de esas características a nivel mundial con mayor representación muestral de toda la población, que está siendo reconocido por su importancia y rigor científico a nivel internacional. Ha sido, además, un ejemplo de coordinación y trabajo conjunto con las comunidades autónomas y los respectivos servicios de salud pública. Debemos ser capaces de seguir potenciando el Instituto de Salud Carlos III para que crezca y atraiga a un ecosistema en el que pueda seguir asentándose un tejido empresarial, industrial, biomédico y biotecnológico competitivo a nivel internacional.
La quinta prioridad estratégica tiene que ver con la dimensión global de la pandemia. No hay ninguna duda de que las pandemias no entienden de fronteras y que no nos podemos enfrentar ni podemos derrotar a un virus pandémico desconocido de forma aislada. Es fundamental, por tanto, que nuestro país siga colaborando de forma muy activa en la respuesta común internacional, tanto a nivel europeo como a nivel global.
Señorías, no debemos perder nunca de vista la dimensión humana de la salud y de la enfermedad, lo dije en mi comparecencia de líneas generales en el Congreso de los Diputados a finales de enero y lo reitero con más énfasis si cabe ahora, después de lo que hemos vivido. Para poder cuidar de la salud de las personas, debemos tener en cuenta sus contextos y condiciones sociales, culturales y ambientales, es decir, debemos colocarlas en el centro del sistema. Si queremos ser efectivos, nuestra sanidad debe estar cerca de las personas y de sus familias, en los domicilios y en los barrios, en la escuela y en los centros de trabajo, en la movilidad de las ciudades, en las residencias de mayores y de atención a personas dependientes. La respuesta a la epidemia del COVID-19 ha sido un ejemplo claro de por qué es necesario que la perspectiva de la salud esté presente en todas las políticas y ha mostrado la necesidad de coordinar distintos actores para proteger la salud de la población junto con el sistema sanitario. Una de las fortalezas que ha mostrado ha sido la adaptación acelerada de la atención primaria a la atención telefónica y no presencial de los pacientes y al seguimiento domiciliario de los casos leves o moderados. Y ha funcionado bien, ha conseguido que la gran mayoría de los pacientes diagnosticados en nuestro país se recuperasen en su domicilio. Esta perspectiva es beneficiosa para los pacientes al prevenir complicaciones, y para el sistema al reducir el impacto sobre los hospitales, que, como sabemos, ha sido uno de los puntos críticos de la capacidad asistencial. La atención primaria ha sido capaz de adaptar el cuidado a las necesidades específicas de cada cual. Se ha revelado como eje que ordena el sistema y como un único nivel asistencial que tiene la capacidad de poder ver y abordar todos los determinantes de salud que afectan a las personas. Este enfoque integrador y preventivo es la esencia del modelo de atención primaria y comunitaria que tenemos que potenciar, reforzando su estructura y sus recursos, pero también modernizando su forma de cuidar a los pacientes, con innovación tecnológica y organizativa, con nuevos roles profesionales, como en la enfermería. Hemos visto, pues, que es posible, y es en esa línea en la que, a mí juicio, debemos seguir avanzando. La transformación digital en salud y el avance en usos de tecnologías para la telemedicina centrada en el paciente es un proceso urgente. Nos ayudará a añadir valor al tiempo dedicado tanto por los profesionales sanitarios como para los pacientes y a promover la salud y el autocuidado.
La crisis del COVID-19 también nos ha mostrado la necesidad de avanzar en la integración sociosanitaria, un reto que tenemos que afrontar como sociedad. Sabemos que el virus ha impactado más en las personas con enfermedades crónicas, en las personas mayores, especialmente en las residencias. Pienso que debemos profundizar en nuevos modelos de atención sociosanitaria que den respuesta integrada a las necesidades sociales de envejecimiento, cronicidad, dependencia y soledad no deseada. Para evitar que las consecuencias sociales de la pandemia aumentasen la desigualdad, el Gobierno, en su conjunto, ha trabajado sin descanso para generar una red social, entendiendo que la protección socioeconómica es también una medida de salud pública. Sin salud no hay economía, pero la economía impacta en la salud. Por eso, el ingreso mínimo vital, aprobado recientemente por el Gobierno, va a ser, a mi juicio, una herramienta del Estado del bienestar para contribuir a la erradicación de la pobreza, especialmente de la pobreza extrema. Como saben, ya se puede solicitar desde esta semana, y quiero destacar que las personas beneficiarias del ingreso mínimo vital también van a estar exentas del copago farmacéutico, para garantizar su acceso a los medicamentos que necesiten, sin que sus ingresos supongan una barrera económica para garantizar su derecho a la salud.
Señorías, estarán de acuerdo conmigo en que para colocar a las personas y a las comunidades en el centro es necesario reforzar la salud pública. Durante los últimos años las políticas de salud pública no habían tenido la atención necesaria y apenas habían empezado a recuperarse durante el último año y medio. Por tanto, debemos dotar a la salud pública de las estructuras y recursos que requiere no solo para la vigilancia epidemiológica, sino también para promover la salud y la educación para la salud, para impulsar estilos de vida saludables y, en definitiva, para lograr un sistema preventivo, y no solo curativo, que genere salud, y no solo sanidad. En este aspecto, es necesario desarrollar la Ley General de Salud Pública, aprobada en 2011. Esta ley prevé la creación del centro estatal de salud pública en su artículo 47. Este podría ser un punto de partida para reordenar e impulsar una parte de las funciones que deben desarrollarse y reforzarse desde el ámbito de la salud pública, como son la vigilancia, la evaluación del impacto en la salud y la preparación y el apoyo a la respuesta ante emergencias sanitarias, entre otros aspectos.
Señorías, los profesionales sanitarios, los trabajadores y trabajadoras del Sistema Nacional de Salud son la pieza fundamental de nuestro sistema público, y han pasado probablemente por los momentos más difíciles de su carrera profesional. Sin duda, este reto asistencial que han vivido les marcará, como marcará a todo el Sistema Nacional de Salud. De esta pandemia todos estamos saliendo distintos: salimos con muchos más aprendizaje, pero también con deberes pendientes para reforzar el Sistema Nacional de Salud. Es necesario cuidar a los que nos cuidan no solo para que puedan recuperarse del enorme esfuerzo realizado, sino también para que puedan desempeñar sus funciones en las mejores condiciones posibles. Necesitamos trabajar para mejorar sus condiciones profesionales, y así lo haremos de forma conjunta con las comunidades autónomas. Es necesario que el conjunto de las administraciones afrontemos la adecuada dotación de profesionales, la necesaria transformación del sistema de gestión clínica y también la necesaria evolución de la carrera profesional. Sabemos que la crisis económica y las políticas de austeridad provocaron ajustes en el número de profesionales sanitarios y en la dotación y distribución en algunas áreas de atención. Son heridas que nunca llegaron a cerrarse y que durante la pandemia se han hecho evidentes. Por ello pusimos a disposición de las comunidades autónomas hasta 81 000 profesionales. Nosotros entendemos que este refuerzo no puede ser puntual y que hay que dimensionar los equipos sanitarios a las necesidades previstas y planificar el refuerzo de las plantillas ante posibles nuevos brotes. Los profesionales sanitarios son, insisto, el elemento esencial del Sistema Nacional de Salud y, por tanto, debemos trabajar para mantener su prestigio y reconocimiento, así como la calidad de la atención que nos prestan.
Señorías, si hasta ahora alguien tenía alguna duda, la emergencia sanitaria que nos ha tocado vivir pone aún más de manifiesto que la asistencia sanitaria universal de calidad no solo es una cuestión de justicia social, sino una forma eficaz y eficiente de gestionar la sanidad pública y la salud del conjunto de la ciudadanía. Lo que hemos vivido nos debe invitar a una reflexión sobre la importancia de tener un sistema público de salud robusto y entender los recursos que destinamos a la sanidad como una inversión, y no como un simple gasto. Estamos viendo el impacto económico y social que está teniendo el coronavirus en nuestras sociedades. Imaginemos como habría sido la situación, ya de por sí difícil, si nuestro sistema no contara con los medios necesarios. Más que nunca, hemos de tener muy presente que cuando reducimos los recursos del sistema estamos debilitando nuestra capacidad de respuesta ante situaciones como la del coronavirus, con todo lo que ello implica.
Como saben, el Gobierno ha ofrecido una importante inyección de recursos a las comunidades autónomas para el refuerzo del sistema sanitario, pero tenemos que trabajar para afianzar la inversión sanitaria a corto y medio plazo. Por ello, mi compromiso y el del conjunto del Gobierno es firme para recuperar los niveles de inversión previos a la crisis económica de 2008 y en los próximos ejercicios se aumentarán progresivamente los recursos, hasta alcanzar el 7 % del producto interior bruto. Este compromiso va más allá de lo cuantitativo, ya que queremos conseguir una planificación sostenida a lo largo del tiempo que permita ubicar los recursos allí donde son necesarios. Prestar una atención sanitaria de calidad en determinados lugares del territorio, como las zonas rurales o despobladas, y a determinados colectivos es irrenunciable si no queremos tener una sociedad cada vez más fragmentada. Al menos hasta 2006, justo antes de la crisis económica y de las políticas de austeridad, el Sistema Nacional de Salud conseguía con notable éxito reducir las desigualdades. De acuerdo con los datos de la OCDE, el Sistema Nacional de Salud incrementaba hasta en un 35 % la renta del 20 % de los hogares más pobres, pero también incrementaba un 7,2 % la renta disponible del 20 % de los hogares de la población más rica. Dicho de otra manera, invertir en sanidad pública beneficia a toda la sociedad. Esta es otra de las lecciones aprendidas que nos ha dejado la pandemia y que debemos poder afianzar. Necesitamos explicar bien qué significa disponer de un sistema de protección social y articular un sistema público de salud. La pandemia ha dejado aún más claro que la protección a la salud individual y colectiva solo puede entenderse desde unas políticas públicas suficientemente dotadas para que puedan atender a la población en las mejores condiciones de eficiencia y calidad.
Señorías, mi propósito desde que llegue al Ministerio de Sanidad ha sido siempre fortalecer nuestro Sistema Nacional de Salud, que es uno de los pilares del Estado del bienestar y posiblemente uno de los grandes logros de nuestra sociedad, como expresé en mi comparecencia de líneas generales. Es una de las políticas mejor valoradas por nuestra ciudadanía y se ha erigido durante casi treinta y cinco años en una poderosa herramienta democrática, facilitadora de la equidad y la cohesión en el país, al tiempo que ha sido la herramienta que ha protegido la salud de la ciudadanía. Tiene retos pendientes que la pandemia no ha hecho otra cosa más que colocar frente al espejo, por lo que tenemos la obligación de aprender de esta crisis, que ha sido muy dolorosa, pero también debemos ser capaces de aprovechar las fortalezas que nos ha mostrado la gestión de la crisis.
Al principio de mi intervención decía que debemos emprender la reconstrucción con dos miradas, en dos planos: por un lado, el corto y el medio plazo de convivencia con el virus hasta la llegada de la vacuna o el tratamiento eficaz en esto que hemos venido en denominar la nueva normalidad, y, por otro, el largo plazo para transformar el Sistema Nacional de Salud con los recursos suficientes para que siga protegiendo la salud de la ciudadanía en las mejores condiciones de calidad. En ambas miradas el futuro viene marcado por una mayor prevención y más salud pública, un Sistema Nacional de Salud que esté más cerca de las personas, en sus casas y en sus realidades necesarias. Si esta era ya la visión de futuro que teníamos hace unos meses, tras la pandemia nos hemos reafirmado todavía más en este planteamiento. Tenemos, señorías, cierta premura. La realidad nos obliga a trabajar en unos plazos ajustados y tenemos que actuar unidos de forma responsable; la ciudadanía espera que estemos a la altura. Por eso, tenemos que ser capaces de lograr acuerdos. Debemos aunar esfuerzos ante este desafío, porque nos va mucho en ello. Les tiendo la mano para trabajar juntos desde este mismo momento.
Quedo ahora a su disposición para que me planteen aquellas preguntas o propuestas que consideren necesarias. Muchísimas gracias.
Preguntas de los grupos parlamentarios
Ana María Oramas González-Moro (GP Mixto – CC)
Muchas gracias, señor presidente. En el poco tiempo que tengo le trasladaré tres preocupaciones, señor ministro. Todos somos conscientes de que sin existir el COVID-19, en la época de la gripe se saturaban los hospitales, las urgencias y la atención primaria. Todos los especialistas han trasladado la necesidad de que este año esté vacunado todo el personal médico, todo el personal de residencias de mayores, todas las personas que estén en residencias de mayores, además de la población de riesgo normal. La información que manejamos es que, con el lío que ha habido, hay comunidades que incluso no han hecho la compra de todos los años y no la han encargado, pero sobre todo es que no se ha hecho una previsión de una compra masiva de vacunas de la gripe. Yo le pregunto —y no es un tema de competencias, es un tema sanitario de este país—, ¿se está valorando las compras de vacunas de la gripe?
Segunda cuestión. Hay un debate médico sobre si se debe adelantar o no el periodo de vacunación: ¿se está ya por parte del ministerio con información sobre la recomendación de las fechas de vacunación, con los pros y contras de adelantarlo o retrasarlo?
Tercera cuestión. Me sorprende un tema. El Gobierno de España había dicho que estaba en conversaciones con el resto de los países europeos para adoptar un acuerdo común en la instalación de las app, de las aplicaciones móviles europeas de rastreo del coronavirus. A ese acuerdo se llegó el martes y, ante mi sorpresa, diez países europeos ya han lanzado las app y otros nueve lo harán a lo largo de lo que queda del mes de junio y en la primera quincena de julio, y España lo que va a hacer es una experiencia piloto en la isla de La Gomera y las previsiones del Gobierno de España serán para septiembre. ¿Esto no será como lo de las mascarillas? Porque lo que se está diciendo es que España no lo quiere aplicar porque podría suponer una saturación de los servicios hospitalarios y de urgencias. Yo ayer escuché al señor Abengoa, de la Organización Mundial de la Salud, hablar de distanciamiento, mascarillas y aplicaciones. ¿Llegaremos tarde a esto también?
Una cuarta cuestión que le quiero plantear es que el señor Simón ha dicho que no es partidario de test rápidos en destino, si bien el Gobierno de Canarias sigue con ese planteamiento. ¿Qué plantea el señor ministro?
Por último, los sectores vulnerables. Señor ministro, 30 euros mensuales en mascarillas, en una familia de tres o de cuatro miembros, es inasumible, incluso para uno. ¿Ha previsto el Gobierno la donación, ya sea a través de los servicios sociales de los ayuntamientos o de ONG, para que lo sectores vulnerables puedan tener las mascarillas en condiciones?
Muchísimas gracias, señor presidente.
Mireia Vehí Cantenys (GP Mixto – CUP)
Gracias, presidente. Bon día, ministro. Nosotros empezamos reconociendo la labor de las trabajadoras de sanidad y de las trabajadoras de los servicios esenciales y haciéndonos eco de sus reivindicaciones laborales, condiciones, falta de equipamientos y pidiendo una vez más la necesidad imperiosa de la sanidad universal. Permítanme también —el ministro ha estado hablando de la vacuna— referirme a las palabras, podríamos decir que surrealistas, del cardenal Cañizares, que dijo que la vacuna se hacía con fetos abortados. Desde aquí quiero decirle al cardenal que deje de decir barbaridades machistas, que saque los rosarios de nuestros ovarios y también de la sanidad, que abortar es un derecho y que la maternidad no es una obligación para nadie.
Tengo muy poco tiempo y no me meteré en cosas que ya hemos expuesto en el Pleno sobre la lógica militar con la que ustedes han gestionado la pandemia. Me voy a centrar en dos de las expresiones que usted ha utilizado. Usted hablaba de la crisis económica y de los recortes que habido antes de la pandemia y que, en consecuencia, nos han llevado a tener un sistema de sanidad más débil de lo que debería y también de la necesidad de tener un sistema público de salud robusto. Según un estudio del año 2015, encargado por el Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya, el 25,60 % de la población de Cataluña tiene doble cobertura, pública y privada. ¿Saben por qué pasa esto? Porque la pública tiene unas listas de espera eternas y porque se ha descuidado la atención primaria. ¿Sabe por qué hablamos de esto? Porque no nos van los aplausos si ustedes mantienen el modelo de privatizaciones de las derechas españolas y catalanas, y también por algún escándalo de corrupción de su partido y de Convergència i Unió que han sido famosísimos en Cataluña. Pero, además, lo que no han hecho ustedes ha sido revertir las privatizaciones y le queremos preguntar, señor ministro, ¿cuánto nos va a costar la factura del uso de las instalaciones de la sanidad privada? ¿Tienen ustedes números de estos usos? Tots els Països Catalans, el Principat de Catalunya, al País Valencià, les Illes… ¿Tienen ustedes números? Porque además nos consta que ustedes no han pedido ni números del uso de las instalaciones de la sanidad privada. ¿Quién va a pagar esta factura? ¿A cuánto asciende el precio de la UCI y de la utilización de la cama? ¿Vamos a continuar con la máxima del capitalismo, la de socializar pérdidas y privatizar los beneficios, también en salud y en medio de una pandemia, señor ministro?
Gracias, presidente.
Aitor Esteban Bravo (GP Vasco)
Señor ministro, de las reflexiones que ha hecho usted, muchas de las cuales comparto, me gustaría que pudiera comentar algunos asuntos que voy a mencionar. Ha hablado de una necesaria inversión en sanidad, con la cual estoy de acuerdo, evidentemente. Creo que eso se demuestra en las apuestas anuales que hace cada institución o cada comunidad autónoma en los presupuestos. Pero no sé si coincide conmigo en que no necesariamente una mayor cantidad va a dar como resultado una mejor sanidad, sino que lo que debemos planear bien es el modelo. Supongo que coincidirá conmigo en que un parcheo rápido y únicamente pensando para lo que ha supuesto la pandemia quizá sería una equivocación, cuando lo que tendríamos que ver sería un modelo más a futuro, a veinte o treinta años. ¿Por dónde va a ir el nuevo modelo sanitario? Evidentemente que la pandemia ha mostrado muchas cosas y ciertas debilidades, y eso hay que enfrentarlo a futuro, pero creo que va mucho más allá. Por ejemplo, hablaba de la cercanía al paciente, incluso de un modelo con menos ladrillo y más atención personalizada, e incluso, a veces, domiciliaria.
Hay un tema que yo creo que tenemos que abordar seriamente, y es que, aunque luego ya se fueron saltando determinados controles o rigideces —no así al principio—, deberíamos reflexionar sobre una flexibilidad necesaria en la toma de decisiones. Por ejemplo, en la aplicación de créditos extraordinarios que se han tenido que hacer al principio había unas dificultades enormes. Quizás hay que pensar en unas políticas simplificadoras del sistema de compras; la propia contratación de servicios, pero también de personal; la modificación organizativa, que pueda ser más flexible; quizá habría que reflexionar también sobre el modelo de relaciones laborales en el tema sanitario… Yo creo, como usted, que el sistema ha funcionado razonablemente. Evidentemente, hubo un impacto inicial de algo desconocido sobre lo que no se tenía información y el sistema fue aprendiendo rápidamente, como lo hicieron los médicos y todo el personal sanitario, y yo creo que esa cooperación siempre es buena, lo cual no significa uniformidad.
Ha hablado de Europa. Creo que Europa es clave en el destino de determinados fondos que puedan venir, pero también ha hablado usted de la producción, de diversos productos, de fármacos, etcétera. Yo creo que es un ámbito a potenciar dentro del Estado español, pero podríamos hablar de una coordinación europea, incluso de sectorización. No sé si eso se contempla en el ámbito europeo o cómo lo ve usted. A nivel internacional, pero sobre todo europeo, no solo aquí, debemos optimizar los sistemas de vigilancia epidemiológica, sobre todo esas alertas tempranas, incluso esas órdenes o líneas de actuación que yo creo que tienen que ser más ágiles, y si es difícil conseguirlo a nivel internacional, sí deberíamos intentar conseguirlo a nivel europeo.
Hay otro asunto que quiero trata. Creo que deberíamos reflexionar sobre esa sanidad del futuro, si verdaderamente tenemos incorporados todos los tipos de profesionales…
Decía que si tenemos incorporados a todos los tipos de profesionales que hoy en día serían necesarios en el sistema sanitario, por ejemplo, los epidemiólogos no están como tales dentro del sistema, biólogos, etcétera. Habría que reflexionar sobre un nuevo modelo.
Por último, me gustaría que me diera su opinión. Intuyo que la siguiente oleada del virus que pudiera venir no nos va a coger como en esta ocasión en el sentido de que la población es mucho más conscientemente, pero me parece —me gustaría que me lo confirmara— que el sistema ha aprendido cuáles son los tratamientos, las medidas y los protocolos necesarios para abordarlo. Desde luego, en una posible segunda oleada, todo el mundo va a chequear, desde la primera instancia, que efectivamente podría haber un contagio de coronavirus, cosa que antes podía pasar perfectamente desapercibido. Por lo tanto, creo que nos vamos a enfrentar pero lo vamos a hacer de una manera diferente. Creo que obsesionarnos tanto con la vacuna no es bueno y pensar que hasta que esté la vacuna puede haber una normalización completa creo que tampoco es bueno.
Gracias, presidente.
Guillermo Díaz Gómez (GP Ciudadanos)
Buenos días, señor ministro. Quiero trasladar un recuerdo para todas las víctimas del coronavirus, para sus familiares, para sus amigos y nuestro agradecimiento a todos los sanitarios que han hecho frente a la pandemia y a todos los profesionales que desde diversos ámbitos han hecho frente a este virus.
Señor ministro, le puedo dar una certeza, solo una le puedo dar hoy, que es que esto nos volverá a pasar. Nos volverá a pasar, no sabemos si con un rebrote del coronavirus o nos volverá a pasar con otra pandemia en el futuro, como nos pasó en 2006 con la gripe aviar o en 2009 con la gripe A. ¿Qué quiero decirle con esto? Como ha dicho el señor Esteban, tenemos que centrarnos en conseguir la vacuna y vacunar a la población, pero tenemos que estar preparados para las pandemias que vendrán por el modo de vida que nos hemos dado en el mundo y por el sistema de comunicaciones que tenemos. Las pandemias vienen con la globalización. ¿Qué hemos aprendido de esta? Lo único bueno que podemos sacar de todo esto es el aprendizaje. Usted ha hecho referencia al desarrollo de la Ley General de Salud Pública. Es esencial. Es una ley que se ha ido dejando, en España hemos estado a otras cosas, hemos estado mirándonos el ombligo, todos, y no hemos mirado hacia fuera. Hemos estado mirando mucho al interior y nos ha venido una pandemia del exterior. Hemos infravalorado los peligros de esta naturaleza.
Hay una cuestión que ha surgido de forma permanente durante las jornadas de trabajo que hemos pasado últimamente aquí, que es —aparte del desarrollo de la ley, como le he dicho— mejorar la coordinación; mejorar la coordinación con el Ministerio de Sanidad a la cabeza, liderando la política sanitaria en España de la mano de las consejerías de las autonomías. Sé que Podemos —haciendo de Nostradamus— dijo que este era un ministerio vacío. Es verdad que es un ministerio que no tiene todos los mecanismos necesarios para poder liderar la sanidad pública en una pandemia, pero en el trabajo ordinario de la sanidad pública tienen que centralizar la información que se recibe, tienen que coordinar todos los sistemas de alerta y detección que puedan venir de la atención primaria a través de las comunidades autónomas. Es importantísimo mejorar la coordinación, lo ha dicho cada profesional de los que ha pasado por aquí, que hay que mejorar la coordinación. Estoy totalmente de acuerdo con usted y no voy a repetir lo que ha dicho sobre la atención primaria, pero sí quería decirle que tenemos que apostar de forma decidida —lo ha dicho usted, yo quiero ser más extenso en el concepto, usted ha dicho en la industria que crea los fármacos esenciales— por la industria biomédica en general. Eso nos permitirá tener muchos de los elementos que nos han faltado y no dejar al albur de un mercado muy tensionado —como se ha producido en esta pandemia— el disponer o no de lo que nos hace falta durante una situación como la que hemos vivido.
Lo importante es aprender de esto. La sanidad ha avanzado muchísimo después de la Primera Guerra Mundial y el sistema general de salud británico surgió en el año 48. Aprendamos de esto. De todo lo malo puede salir algo bueno. Le puedo asegurar dos cosas, para terminar mi intervención de hoy. Una, desgraciadamente, habrá más pandemias, ojalá tarden y ojalá no sean virus muy eficaces, pero también le puedo asegurar otra cosa y es que mi grupo parlamentario estará con el Gobierno, como hemos hecho, gobierne quien gobierne.
Muchas gracias.
Concep Cañadell Salvia (GP Plural – Junts)
Buenos días, ministro. El balance de la pandemia en España está siendo duro, cifras muy elevadas de personas muertas, con lo que ello supone para todos los familiares y amigos, una situación muy tensa para todo el sistema sanitario, especialmente para todo el personal sanitario, y una suspensión drástica de la actividad económica y de cientos de miles de empleos. En definitiva, un impacto social brutal que quizás nunca habíamos imaginado vivir; impacto con consecuencias sanitarias, sociales y económicamente graves. Afortunadamente, desde la perspectiva sanitaria, los contagios y las hospitalizaciones parecen evolucionar bajo control y con expectativas positivas a corto plazo. Sin embargo, las expectativas de aquí a unos pocos meses, por ejemplo, para el otoño, siguen siendo inciertas.
A partir del momento en que todo el territorio del Estado entra en fase 3, y con el levantamiento del estado de alarma, las comunidades recuperarán la gestión plena de sus competencias y desearíamos que, en caso de rebrote, que esperamos que no ocurra, la fórmula utilizada de declaración de estado de alarma y de centralización de competencias no se utilice de nuevo. En este sentido, y con la voluntad de intentar evitar por todos los medios posibles nuevos rebrotes y que se produzca un nuevo confinamiento generalizado de las personas, empleos y actividades, ¿qué medidas se está planteando el Gobierno de apoyo a la gestión de las comunidades autónomas para el caso de producirse un rebrote grave de contagios y hospitalizaciones?
¿Qué balance hace el ministro respecto a lo que han sido las compras generalizadas? Parte de la gestión de la contratación de productos sanitarios durante los últimos meses ha tenido mucho de precario. ¿Qué medidas está impulsando el Gobierno para garantizar suministros tanto de materiales de protección como de medicamentos y aparatos para el caso de que haya un rebrote? ¿Está el ministerio, junto con el Ministerio de Industria, en contacto con los departamentos de Industria de las comunidades para propiciar la participación de nuestro sector industrial en la fabricación de proximidad de los productos que previsiblemente vamos a necesitar?
Respecto a la distribución de los 16 000 millones de euros, cuando hablamos de 16 000 millones de euros de transferencia a las comunidades autónomas todos sabemos que estamos hablando de cifras muy elevadas, pero cuando observamos los detalles, estas se reducen. Primero, los 16 000 eran para la sanidad, después hemos visto que no todos eran para la sanidad, también son para la educación, para el transporte y para compensar la caída de ingresos de las comunidades. Desde la perspectiva de su distribución por comunidades, primero se anunció que en la distribución se tendría en cuenta el parámetro población, pero también se tendría en cuenta el tensionamiento padecido por el sistema sanitario. En Cataluña, Madrid o Castilla hemos vivido una tensión que afortunadamente no se ha vivido en otras comunidades. Sin embargo, las presiones políticas han doblegado los criterios objetivos. Cataluña recibirá menos recursos de los previstos. Es un pequeño reproche que le hacemos porque el ministro sabe perfectamente el gran problema que tiene la sanidad en su financiación.
Más allá del problema coyuntural grave que se deriva del coronavirus, que hoy debemos abordar desde la serenidad, desde la confianza en la respuesta del sistema sanitario, el gran problema que sufre la sanidad es la financiación y este es un tema que claramente debe aparecer en el orden del día de la Comisión de reactivación social y económica. ¿Se plantea el ministerio contribuir a reducir el déficit estructural de la sanidad que sufren las administraciones que la gestionan? ¿Qué otras medidas alternativas se plantea el ministerio para reducir este déficit crónico de la sanidad?
Y en referencia a los fondos europeos, en aplicación del principio de subsidiariedad…
¿Planteará el Gobierno de España que los recursos de los fondos europeos destinados a sanidad se destinen directamente a las comunidades autónomas, que son las que asumen los gastos?
Gracias.
Pilar Vallugera Balañà (GP Republicano)
Señor ministro, esta semana hemos avanzado nuestra cita semanal del jueves al miércoles. ¡Ay, no, que hoy es jueves! Estoy fatal, es la semana que viene cuando la avanzaremos. Lo decía porque la hemos avanzado y además hemos cambiado las normas; pensábamos que tenía siete minutos y no, tengo cuatro, y —por lo que veo— nos ha pasado a varios grupos. Por tanto, por favor, den por descontada mi queja sobre la centralización, mis solicitudes sobre el debate ético acerca de derechos y trazabilidad, mis solicitudes sobre salud mental, las solicitudes de mi grupo sobre el financiamiento, de hecho, sobre el infrafinanciamiento. Den todo esto por descontado porque si no no voy a aportar lo que hoy me interesaba afrontar, tanto desde la perspectiva de la reconstrucción como desde la perspectiva de la Comisión de Sanidad.
Hoy nos queríamos centrar en el tema de que ustedes están obligando a las comunidades autónomas —voy a ir rápido, porque si no no me va dar tiempo a todo— a dedicar enteramente los Fondos Feder a la investigación y al desarrollo para la lucha contra la COVID. Concretamente en Cataluña esto supone 114 millones de euros. Esto está suponiendo que los centros dedicados a la investigación científica —que para la reconstrucción son fundamentales—, que tenían importantes proyectos en marcha, se vean obligados a recortar en medios, personal e incluso en actividad, en proyectos. Esta obligatoriedad en el cambio de prioridades compromete seriamente al programa de infraestructuras singulares, la compra de materiales, los proyectos de desarrollo y la captación de talento investigador a los centros de investigación, a la innovación industrial y energética, y por ello lastra a todo el sector. Somos de la opinión de que el Gobierno no ha entendido correctamente el espíritu de las medidas que impulsaba la Comisión Europea, ya que la misma Comisión Europea anunció que había que reforzar la investigación para un mayor desarrollo económico. Por tanto, es antitético lo que indicaban con lo que ha sucedido.
En ese sentido, le voy a hacer una serie de preguntas, que presentamos también por escrito, pero que es urgente que nos responda. Primera, ¿piensa el Gobierno replantearse la medida, habida cuenta de las reclamaciones de las entidades y centros que verán comprometida gravemente la continuidad y viabilidad de los proyectos actuales y futuros? En caso afirmativo, ¿qué piensa hacer?; en caso negativo, ¿por qué razón no? Segunda, ¿por qué razón el Gobierno obliga a la reordenación de los fondos en I+D+i sin medidas compensatorias para las entidades, centros y personal dedicado a la investigación? Tercera, ¿ha valorado el Gobierno español a qué proyectos e investigadores hipoteca la viabilidad de sus proyectos con esta medida? En caso afirmativo, ¿qué valoración ha dado? ¿Cuáles y cuántos serían estos proyectos hipotecados en su viabilidad? Y en caso negativo, ¿el Gobierno español ha adoptado entonces una decisión sin valorar el impacto de la misma? Cuarta, ¿piensa el Gobierno español garantizar la viabilidad de los proyectos de investigación que van a quedar afectados por el recorte obligado? Quinta, ¿cree el Gobierno que es una medida que realmente responde al espíritu y pretensiones de la Unión Europea en esta materia? En caso afirmativo, ¿cómo se compatibiliza con los anuncios relacionados con las peticiones de aumento en inversiones en I+D+i para evitar las futuras crisis económicas, industriales, sociales y climáticas? Y sexto tema, existe un convenio Generalitat-Estado de traspaso de fondos finalistas para proyectos de investigación y desarrollo. Es un convenio firmado en 2010 y que ha aportado unos 79 millones de euros en total, una mísera cantidad, habida cuenta de los retos que tiene por delante un país avanzado y puntero en investigación como es Cataluña. ¿Tiene pensado el ministerio sentarse con la Generalitat a negociar para actualizar y, eventualmente, renovar el convenio mencionado?
Muchas gracias, señor ministro.
Rafael Mayoral Perales (GP Confederal UP)
Gracias, señor presidente, gracias, señor ministro. En primer lugar, quiero enviar un abrazo fraterno a todas las personas afectadas por la pandemia en nuestro país y en el mundo, recordando que esta pandemia es un reto para el conjunto de la humanidad. Quisiera empezar por algo que decía usted acerca de la necesidad de orientar la actividad sanitaria a una atención personalizada. En este caso, y más en una pandemia, no debemos olvidar que tiene fundamentalmente una perspectiva comunitaria, de salud comunitaria. El hecho de que un semejante tenga buena salud es una garantía de que el resto de la comunidad pueda tener también buena salud. Además, es un torpedo la línea de flotación de aquellos que defienden la exclusión sanitaria y que defienden que hay personas que, por el hecho de tener una situación administrativa diferente, no tienen derecho a la atención sanitaria. Creo que este es un elemento democrático fundamental y que además se enraiza directamente en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Debemos mantener la guardia en alto frente a los discursos xenófobos que puedan aparecer y que después se convierten en discursos aporofóbicos, en contra de la gente empobrecida, a la hora de acceder a los servicios públicos. Sobre esto debería haber un consenso político, sobre la necesidad del acceso universal y gratuito a la sanidad para el conjunto de la población que habita nuestro país como una medida fundamental de salud pública, dejando claro que aquellos que se oponen a que todos los seres humanos que viven en nuestro país tengan acceso a la sanidad pública son un peligro para la salud pública.
Hay una cuestión clave y es que el concepto de la salud pública es un concepto integral, que no abarca solo el sistema sanitario, sino también la posibilidad de los elementos materiales que garantizan la dignidad de la vida de las personas. A lo largo de esta crisis se han tomado diferentes medidas, como la aprobación del ingreso mínimo vital, la prohibición de los desalojos sin alternativa habitacional y el corte de suministros, situando la vivienda como un elemento central de salud pública que no debe quedar circunscrito única y exclusivamente al estado de alarma, sino que se debe contemplar como un elemento primordial para poder abordar las contingencias de aquí al futuro. Eso significa que debemos seguir cumpliendo el Pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales, que prohíbe expresamente los desalojos forzosos sin alternativa habitacional. Para eso es necesario el compromiso de todas las administraciones públicas. Lo hemos dicho: para nosotros es fundamental un pacto contra la precariedad en el sistema sanitario; un pacto contra la precariedad que acabe con los contratos de semanas y de meses; que acabe con los contratos de p’aquí y p’allá que se aprueban en diferentes comunidades autónomas y con los que los profesionales no pueden desplegar su actividad de forma digna, porque los profesionales han denunciado en varias ocasiones que se les utiliza como si fueran de usar y tirar. Tenemos que cuidar a quien nos cuida, pero eso requiere de compromisos políticos; compromisos políticos en esta Cámara y compromisos políticos del conjunto de comunidades autónomas en torno a la necesidad de estabilización de las plantillas, en primer lugar, para el plan de contingencia durante todo este año —ya está bien de contratos de semanas y de meses—, es decir que cubran toda la emergencia sanitaria, pero al mismo tiempo con una perspectiva de estabilización del conjunto de las plantillas y de refuerzo de la inversión pública. Es necesario abordar la reversión de las privatizaciones como un elemento central cuando estamos viendo que hay administraciones autonómicas que están tomando el camino justamente opuesto, y lo hemos visto con la renovación de las privatizaciones de seis hospitales en Madrid, lo hemos visto con la privatización del sistema de limpieza en Madrid en el Gregorio Marañón, donde las trabajadoras van a ir a la huelga para defender sus derechos ante un incumplimiento del acuerdo por la dirección de la empresa. Lo hemos visto en Cataluña, precisamente con la privatización de los rastreadores y la entrega a Ferrovial. Creemos que es necesario un giro de 180 grados en esa línea…
Para concluir, nuestro país es admirado por nuestra Organización Nacional de Trasplantes. Nuestra Organización Nacional de Trasplantes es la envidia del mundo y su funcionamiento es eficiente por una cuestión central: está excluido el lucro, el lucro está fuera. Pensemos en la posibilidad de establecer mecanismos de coordinación y de cooperación entre todas las administraciones públicas para garantizar que la sanidad pública tenga excluido el lucro y esté garantizado el acceso a la salud pública para el conjunto de la población que habita en nuestro Estado.
Muchas gracias.
Juan Luis Steegmann Olmedillas (GP Vox)
Con la venia, señor presidente, de nuevo. Señor ministro, toda la humildad que usted tiene la compensa el señor presidente —no me refiero a usted, señor Santiago, me refiero a don Pedro Sánchez—. El pecado original de este Gobierno, mal aconsejado por Simón I El imprevisor, ha sido minusvalorar el coronavirus de Wuhan, sin atender realmente a lo que estaba pasando en la China comunista. Se fiaron ustedes de su mandamás, el chino, y tuvieron una visión supremacista, porque creían que los chinos debían tener una forma distinta de enfermar. No hicieron caso a lo que pasaba en Italia, los pacientes, según ha dicho un compareciente, morían como chinches, y ustedes siguieron a lo suyo. Aplicaron en España estrategias propias de Burundi, porque tenían que hacer su fiestecita, y eso nos dio la puntilla. Resultado: 50 000 muertos, a cuyas familias les mando nuestro profundo pésame. Ustedes no han salvado a nadie, son los médicos, son las enfermeras, son los trabajadores sanitarios los que lo han hecho. Ahora se apresura a decir que no miremos atrás, que pasemos página y ponen voz meliflua y buenoide, mientras gritan unidad. La verdad es palmaria. Somos el país con más muertos por número de habitantes. No me conteste usted en números absolutos, como hace siempre, porque sabe que hace trampa. Somos la nación con más sanitarios infectados en términos absolutos. El Gobierno de España, de PSOE y de Podemos —no disimulen, señorías de Podemos porque ustedes están en el Gobierno—, es la medalla de oro mundial de la incompetencia sanitaria. Son ustedes el torpedo que ha hundido a nuestra sanidad. Este es el diagnóstico que hace VOX. El pronóstico es el siguiente. Si ustedes siguen en el Gobierno y el virus no muta a más benigno y en otoño sucede otro rebrote, España está perdida, estará en una situación terminal sanitaria, sociológica y económicamente.
No por usted ni por su Gobierno, sino por los españoles, hoy les apuntamos dos propuestas, como hacemos siempre desde esta crisis. Hemos pasado muchas veladas aquí, yo le tengo aprecio, señor ministro, le comprendo porque usted se está esforzando, le aconsejan mal, pero le vamos a seguir ayudando. Lo primero, extensión de los PCR, multiplicar las pruebas diagnósticas, aplicarlas en una estrategia amplia, dirigida e inteligente, también en nuestras fronteras, como ha dicho la señora Oramas; por supuesto que sí, cuiden a Canarias, cuiden a Baleares. Afortunadamente, ¿sabe lo que pasa? Que ya pocas regiones siguen su protocolo, el protocolo del doctor Simón. Aquí todo el mundo está haciendo PCR a contactos estrechos, como nosotros proponíamos, señorías. Todo el mundo, en Euskadi, en el País Vasco, en Vascongadas, en todas partes.
Otra propuesta, impulsar las vacunas. Hace unos días el doctor Simón contestó, ante una pregunta sobre la disponibilidad de vacunas, que la primera vacuna no será la mejor. ¡Uy, qué descubrimiento! Y que había que hacer un proceso dinámico de gestión, señorías. Bravo. ¿No será el mismo proceso dinámico de gestión que con las mascarillas? Porque entonces estamos perdidos. Como estamos los últimos para la vacuna primera —la llamada IVA, como usted sabe—, ¿qué vamos a esperar, a la segunda, a la tercera, a la cuarta? Hay 124 en desarrollo, señor ministro.
Señor ministro, rieguen ustedes con cientos de millones —esos que dan a cursitos de formación— a dos investigadores españoles, al doctor Esteban y al doctor Enjuanes, que están desarrollando dos vacunas españolas, e incentiven a los laboratorios veterinarios para producirlas. Tengan un plan A, B y C para la vacunación. Espabílense y vayan por delante de los acontecimientos, aunque solo sea una vez, es que nos va la vida en ello, señor ministro.
Ana Pastor Julián (GP Popular)
Bienvenido, señor ministro. Usted ha comenzado su exposición hablando de humildad, de la humildad que tenemos que tener todos cuando estamos hablando de un tema tan fundamental al que se le dedican pocas horas en este Parlamento para las que yo creo que se le deberían dedicar; se le están dedicando ahora por la pandemia, pero sería bueno que le dedicáramos a lo largo de los años más tiempo, algo que es fundamental, porque solamente se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena.
Nosotros somos un partido político que ha estado siempre, señor ministro, cuando se está por defender los derechos de los ciudadanos y los derechos de los españoles, y lo que le voy a decir a continuación tiene que ver con la lealtad que le debo a todos y a cada uno de los ciudadanos de nuestro país, especialmente la que le debo a los miles y miles de afectados, la que le debo a esos muertos, fallecidos víctimas del coronavirus. También mi lealtad por que los datos oficiales del número de muertos se conozcan de una vez por todas, y mi lealtad asimismo a todos los sanitarios que han sido contagiados por no contar con medios. Por eso, todas mis palabras que puedan sonar a reproche no lo son, señor ministro, es hacer un buen diagnóstico para poder hacer un buen tratamiento de lo que necesita este país en materia sanitaria, y sobre todo ese tránsito hacia la normalidad en el país. Ese tránsito hacia la normalidad en el país tiene que ver con dos cosas fundamentalmente: con reformas estructurales, que buena falta hacen, y todos tenemos que contribuir, y por eso ya le digo desde aquí que mi grupo parlamentario estará con ustedes en un pacto de Estado que incluya todas aquellas reformas estructurales que sean buenas: primero, para una mejor gobernanza del sistema; y segundo, para que haya un verdadero sistema de salud pública que no tenga los agujeros por los que se nos ha ido el control de esta pandemia. Me llama la atención porque el primer protocolo que ustedes mandaron a los hospitales era del mes de enero y hasta marzo no se declara el estado de alarma, donde se decía qué tenían que hacer, por ejemplo, los laboratorios de microbiología respecto a la pandemia, y me suena poco que se hable aquí, por ejemplo, de que en una verdadera red de salud pública tienen que estar incorporados la primaria, los hospitales, los médicos centinela y un sistema integral. Además, el Centro Nacional de Epidemiología tiene que estar totalmente integrado con el Centro de seguimiento de alarmas y el Carlos III tiene que volver a donde no se tenía que haber ido nunca, al Ministerio de Sanidad.
También quiero decirle que por lealtad a los españoles vamos a seguir pidiendo explicaciones sobre aquellas cosas sobre las que las piden los españoles. Piden, por ejemplo, que haya una oficina de víctimas del COVID para que atienda a todas y cada una de las personas que son víctimas de la enfermedad, que se reconozca como enfermedad profesional a los sanitarios que han tenido COVID, y también a los médicos, enfermeros y personal sanitario que ha fallecido.
Señor ministro, nosotros vamos a tenderle la mano, pero tenderle la mano significa partir de un buen diagnóstico. Usted ha señalado muchos aspectos —no me da tiempo a todo—, se lo digo con humildad, con la humildad de quien es sanitaria, de quien lleva muchos años en el sistema sanitario en defensa de la sanidad pública y en defensa de fortalecer el sistema sanitario, pero hay un espacio que no acabo de entender bien. Estoy de acuerdo en todo lo que ha dicho de la atención primaria, de la atención hospitalaria, de reforzar el sistema de salud pública, de ir a una mejor y mayor financiación, de la sostenibilidad en el tiempo del sistema de investigación, el tema de las vacunas, que ha salido aquí ya; y tenemos que saber exactamente qué posición vamos a defender en Europa con respecto a las vacunas. Por cierto, ministro, tenemos que saber también cuál va a ser la pauta de la vacunación antigripal. Aquí he escuchado a algunos hablar de grupos de riesgo y quiero saber qué va a pasar con los niños en España: ¿vamos a vacunar a los niños o no? ¿A qué población vamos a vacunar? O, por ejemplo, la vacuna del neumococo.
Pero hay algo que me preocupa mucho —y termino ya, agradeciéndole, señor presidente, su generosidad— y es la parte que tiene que ver con lo que estamos viviendo ahora. Usted la semana que viene va a venir a defender el Real Decreto-ley 21/2020, al que yo llamo, si me lo permite —espero que no se lo tome a mal—, el decreto del metro y medio, porque lo que regula es el metro y medio, de verdad.
Pero, de verdad, le deja desasistido, porque si hay rebrotes —espero y deseo, por Dios, que no—, desde luego usted no tiene instrumentos y yo le pediría que se pueda tramitar como proyecto de ley y que se puedan incluir reformas cuando menos en cuatro leyes que son muy necesarias para poder gestionar de verdad todo lo que puede venirnos, que estamos viendo en otros países y que se nos puede echar encima.
Perdón, señor presidente. Muchísimas gracias, señor ministro. La mano tendida, pero, ya sabe, nosotros la lealtad a los españoles la demostramos diciendo lo que, a nuestro juicio —a lo mejor estamos equivocados—, es el diagnóstico de lo que ha pasado en nuestro país.
Muchísimas gracias.
Ana Prieto Nieto (GP Socialista)
Buenas tardes, señor ministro. Gracias por su presencia hoy aquí en esta Comisión de Reconstrucción Económica y Social de España. Como siempre, que mis primeras palabras sean de recuerdo para todas las personas fallecidas y las que han enfermado por la COVID-19. Quisiera trasladar desde mi grupo todo nuestro afecto y nuestro cariño a sus familias. También, un mensaje de agradecimiento y reconocimiento a todos los profesionales sanitarios y a todas las personas que han estado en primera línea trabajando para todos y por todos y todas.
Ayer recordaba el presidente del Gobierno que no estamos todos y por eso el 16 de julio será una fecha trascendente de recuerdo a todas las víctimas de la COVID-19 y de consuelo a sus familias y también de homenaje a nuestros servicios públicos y a nuestros profesionales sanitarios que han sido nuestra línea de defensa ante la enfermedad. Señor ministro, desde mi grupo queríamos mostrarle una vez más nuestro apoyo a las decisiones que el Gobierno de España ha tomado en el transcurso de esta pandemia. Los datos epidemiológicos las avalan, pero también las ciudadanas y los ciudadanos de este país las avalan, como nos recuerdan los datos recientes del CIS. Hay que decir que estas decisiones, sobre todo el estado de alarma y el duro confinamiento, han salvado alrededor de 450 000 vidas. (El señor presidente ocupa la Presidencia).
Señorías, España, las españolas y los españoles, nos están mirando y viene bien recordar en esta Comisión que solo desde el consenso y la unidad seremos capaces de sentar las bases de nuevos acuerdos para la reconstrucción económica, sanitaria y social de nuestro país. Esto requiere de lealtad y de patriotismo en todos los niveles, incluida Europa, si queremos que, tal y como viene desarrollando el Gobierno, salgamos fortalecidos y sin un alto coste social de esta crisis, que es una crisis sanitaria, que es una crisis humana, que es una crisis económica y social. Creo que está muy bien resaltarlo en este foro porque, señorías, las políticas son ideológicas y la agenda de este Gobierno lo es en cuanto nos ha permitido desarrollar un escudo social que protege a las ciudadanas y a los ciudadanos de nuestro país, especialmente a los más vulnerables. Por eso mismo nos enorgullecemos de políticas sociales tan trascendentes como son los ERTE o el ingreso mínimo vital, respecto al cual, como ha dicho el ministro, las personas beneficiarias estarán exentas del copago farmacéutico porque las políticas sociales también son salud.
Ministro, quisiera decirle dos cuestiones: la primera es que me gustaría que profundizase un poco en la coordinación con las comunidades autónomas, en el papel del Consejo Interterritorial, en la Conferencia de Presidentes y también, por favor, en la importancia de la cogobernanza. La segunda cuestión, ministro, es si nos puede ampliar usted un poco la información acerca de establecer una reserva estratégica de material necesario, así como de impulsar la producción nacional.
Voy finalizando. Estoy convencida, señor ministro, y así se lo quiero trasladar, de que de esta Comisión puede salir un gran pacto en materia sanitaria que nos reclaman tanto los profesionales como la ciudadanía. Quisiera recalcar alguna idea que usted ha expresado aquí. Queremos a las personas en el centro del sistema y queremos cuidar a los que nos cuidan. Quiero decir también que es muy importante poner en valor todo el trabajo que se está realizando en esta Comisión, así como la disposición y el esfuerzo de todos los grupos parlamentarios que lo estamos llevando a cabo y que nos estamos esforzando en todos los grupos de trabajo. El espíritu de esta Comisión y su manera de trabajar deberían extrapolarse a otros ámbitos y también debemos aprender una lección, la de la humildad, a la que se ha referido el ministro y que hemos aprendido de esta pandemia.
Para terminar, quiero recordar que esta semana finaliza el estado de alarma. Desde aquí pedimos a la ciudadanía un esfuerzo más para seguir siendo prudentes y responsables en la convivencia con el virus, porque no debemos olvidar que todavía convive con nosotros. Finalizo con una frase del ministro: Será la ciencia la que nos permita derrotar al virus.
Muchísimas gracias.
Respuestas
Muchísimas gracias a todos los portavoces que han intervenido. Voy a intentar dar respuesta de forma lo más breve posible a las consideraciones que me han trasladado, empezando por la señora Oramas. Hemos aprobado un acuerdo marco para la compra de vacunas contra la gripe, al que se han sumado aquellas comunidades autónomas que lo han considerado oportuno, y las que no lo han hecho han puesto en marcha sus procedimientos de compra para adquirir las dosis que consideren oportunas.
Aparte de esto, y de forma excepcional, el Ministerio de Sanidad está ejecutando una compra reforzada de dosis de la vacuna contra la gripe. Insisto en que esto no exime a las comunidades autónomas de la responsabilidad de adquirir aquellas dosis que consideren necesarias para hacer frente a la campaña de vacunación de la gripe. Y, evidentemente, seguiremos el plan de vacunación en cuanto a fechas y a colectivos a ser vacunados que nos recomienden los expertos, que están valorando en estos momentos la coincidencia de la campaña de la gripe con un posible —no seguro pero posible— rebrote del COVID-19.
Con respecto a las aplicaciones móviles, hemos estado trabajando desde el inicio con la Vicepresidencia Tercera y con la Secretaría de Estado correspondiente, está en marcha una prueba piloto en la isla de La Gomera y estamos trabajando alineados con las posturas de los países europeos. Sabe usted que ha habido apps que han funcionado bien y otras que no han funcionado tan bien. En concreto, en algún país de Europa se ha tenido que retirar alguna app. Y, como siempre, vamos a combinar la máxima protección posible de los derechos de los ciudadanos en cuanto a su privacidad con la eficacia de estas herramientas para poder facilitar la tarea de vigilancia y de contactos estrechos.
En cuanto a los test, a la necesidad de hacer test serológicos o PCR a las personas que nos visitan, hemos establecido un protocolo para que los viajeros que visiten España puedan hacerlo de forma segura, tanto para ellos como para los ciudadanos españoles. Habrá tres controles primarios en los aeropuertos más un control secundario y se harán, conforme a lo que establecen los protocolos, a aquellas personas que presenten sintomatología o que hayan estado en contacto estrecho con una persona que ha sido diagnosticada positivamente.
Con respecto a la necesidad de ayudar a aquellos sectores de población más vulnerables para la adquisición de mascarillas, hemos hecho acciones de distribución de mascarillas en los momentos más altos de la epidemia en aquellos sectores más desfavorecidos y también, en lo que corresponde a las comunidades autónomas y a los servicios sociales de las distintas administraciones públicas de nuestro país —comunidades autónomas, ayuntamientos— con la red de atención social, hemos tomado las medidas oportunas para que aquellos colectivos que precisen ayuda para adquirir las mascarillas puedan contar con ella.
Señora Vehí, también me sumo —creo que lo he dicho en mi intervención— a la felicitación a todos los colectivos profesionales, especialmente a los sanitarios, por su admirable y ejemplar tarea en la lucha contra el COVID. Sobre las condiciones laborales, sabe que la gestión sanitaria está descentralizada en España y que, por tanto, corresponde fijar dichas condiciones y corregirlas en su caso si no son las adecuadas a las comunidades autónomas que gestionan estos recursos.
Con respecto a las consideraciones que ha hecho en relación con la vacuna, solamente quiero decirle que el Gobierno de España está trabajando en estrecha colaboración con el resto de socios europeos para tener lo antes posible una vacuna eficaz y que además pueda ser distribuida con criterios de equidad a toda la población.
No estoy de acuerdo con que hayamos gestionado la epidemia con una lógica militar. Sí que estoy de acuerdo con que hemos gestionado la epidemia teniendo que tomar decisiones de una forma rápida muchas veces y, por tanto, con un tono de ejecución que pudieran asemejarlas a las del colectivo con el que usted pretendía comparar nuestra forma de gestionar. En todo caso, siempre han estado presididas por criterios de defensa de la salud pública y de protección de la población.
Ha hecho una serie de consideraciones sobre la necesidad de robustecer el Sistema Nacional de Salud con las que yo coincido; de hecho, en mi intervención he expresado claramente que creía que era una lección obvia de esta crisis. Pero también ha mencionado algo en el sentido de revertir privatizaciones o de si conocía la factura de la atención y de los servicios que se han consumido en el sector privado. Vamos a ver, recuerdo que la gestión sanitaria está en manos de las comunidades autónomas. Yo he intentado ser muy respetuoso en esto e incluso así se ha acusado a veces al Gobierno y a este ministro de recentralizar. Yo he sido muy respetuoso. Cada comunidad autónoma tiene que gestionar sus propios recursos y, por tanto, escoger qué modelo quiere. También he sido muy claro, no solamente hoy, sino en el curso de todas mis intervenciones, sobre que apuesto claramente por un sistema público y universal de atención sanitaria. Lo que hicimos en la pandemia fue poner a las órdenes de las autoridades sanitarias a toda la red sanitaria privada. Es decir, el responsable de cada comunidad autónoma podía tomar cuantas decisiones estimase oportunas relativas a la disposición y ordenación del trabajo de toda la red asistencial privada. Ha habido una única red en todo el país y creo que esto ha funcionado correctamente. Respecto a cómo hay que retribuir aquellos servicios que se han consumido en la salud privada, corresponderá a las comunidades autónomas tomar decisiones al respecto y serán ellas las que tendrán que decir cómo compensan el uso que hayan podido hacer de estos recursos que se pusieron a su disposición, que fue lo que hizo el Gobierno de España. Evidentemente, yo no he pedido esta información, porque no me corresponde. Ellas tendrán que dar cuenta en sus respectivos Parlamentos por los mecanismos de transparencia que consideren oportunos de qué han hecho, por qué lo han hecho y qué decisiones han tomado.
Señor Aitor Esteban, tiene usted toda la razón en que no solamente hay que poner muchos más recursos, sino que hay que pensar muy bien cómo se ponen. Yo siempre soy más partidario de incrementos sostenidos en el tiempo que permitan crecimientos acompasados. Es verdad que este año ha habido que hacer una inyección muy excepcional de recursos: 16 000 millones más los ingresos a cuenta que se hicieron y que no se acompasaron a la caída de la actividad económica. La cifra que hemos manejado es de unos 24 500 millones más para las comunidades autónomas, 16 000 de ellos en un fondo COVID, de los cuales 9000 serán para sanidad, 2000 para educación y 5000 para servicios sociales. Esta es una inyección extraordinaria porque ha habido un gasto extraordinario, pero estoy de acuerdo con usted en que hay que tener una perspectiva de qué modelo queremos a veinte o treinta años. Yo, en general, soy más partidario de crecimientos sostenidos de los recursos y de pensar muy bien dónde y cómo se ponen.
Es verdad que un elemento muy positivo de esta crisis ha sido la flexibilidad en la gestión que han tenido las distintas unidades de gestión sanitaria. En las distintas entrevistas que he podido tener con responsables sanitarios, bien sea individualmente, bien sea en el seno de las agrupaciones de gestión de directivos que tienen, todos así lo manifestaron. La flexibilidad se la ha dado justamente el marco de un decreto de estado de alarma que ha flexibilizado las condiciones de contratación de recursos y de personal, la toma de decisiones, la capacidad que han tenido para movilizar recursos y reorganizarse entre ellos y la capacidad que han tenido para alterar sus sistemas de gobernanza. Al menos a mí todos ellos me han trasladado de una forma casi unánime que ha sido valorada muy positivamente. Claro, esto funcionaba en un marco muy excepcional de estado de alarma y también con una comprensión muy excepcional de los profesionales, que tenían que adaptar su contenido de trabajo para hacer frente en algunos momentos de forma casi exclusiva al COVID. Comparto el sentido de su comentario y merece la pena que hagamos una reflexión pausada sobre cuáles de estos elementos sería deseable llevar a la legislación ordinaria. Constato las opiniones de muchos de los profesionales y directivos de los hospitales ―un hospital tiene una organización muy compleja en términos económicos, en términos de recursos humanos y en términos de la actividad que hace― y merece la pena que hagamos la reflexión de qué elementos de estos instrumentos excepcionales de gestión sería deseable consolidar en legislación ordinaria.
Estoy de acuerdo con usted y le agradezco el comentario, yo creo que el sistema ha funcionado razonablemente bien. Claro que no vamos a ser pretenciosos, no ha funcionado a la perfección ―aunque casi nada va a la perfección en la vida―, pero, ante la magnitud del reto que teníamos, ha funcionado razonablemente bien. Europa es clave. Nosotros hemos intentado trabajar siempre lo más alineados posible con Europa; en algunas cosas ha funcionado mejor y en otras cosas ha funcionado peor. Para darle un ejemplo de las últimas, sin que tampoco creo que merezca la pena recrearse mucho en ello, todo lo que es la adquisición de material ha sido muy mejorable a nivel de la Unión Europea cuando teníamos todos las mismas necesidades. Quizás el músculo de la Unión Europea podría haber ayudado más en proporcionarnos material, pero en cambio en otras cosas, en materia de respuesta económica, y yo creo que también en materia de vacunas, de una estrategia común para obtener vacunas en términos de equidad ―hoy hay una reunión en este sentido―, creo que está yendo en la dirección correcta. En cualquier caso, nosotros lo que estamos haciendo aquí en ese sentido es siempre empujar en la dirección de trabajar lo más coordinadamente posible con Europa. Es verdad que también en el capítulo que ha mencionado usted de la necesidad de optimizar los sistemas de vigilancia a nivel europeo yo creo que hay que caminar en esa dirección. Es cierto que hay realidades muy distintas en la Europa de los Veintisiete, pero a mí me parece que todo lo que sea reforzar el ECDC e incluso darle un punto más de ejecutividad en las decisiones que toma es un camino que también nosotros vamos a apoyar.
La penúltima consideración que ha hecho usted ha sido sobre la necesidad de incorporar nuevos tipos, nuevos perfiles profesionales al sistema. Puede que sea así, no voy a decirle que no merezca la pena, y de hecho lo vamos a estudiar, pero lo que sí que le avanzo es que estoy de acuerdo en que hay que dar más peso a algunos sectores. Yo lo he dicho muy genéricamente quizás en mi intervención y probablemente usted quiera que tire un poco de este hilo. Es verdad que todo lo que hace referencia a la salud pública a mí me parece que tiene que ser reforzado, y ahí están ciertos perfiles profesionales. Tiene que ser reforzado en cuanto a recursos y medios, pero también reforzado en cuanto a su peso en el esquema de sanidad y de salud pública; tiene que haber mucha más integración de los servicios de salud pública con los servicios asistenciales y con los servicios de atención primaria y tiene que haber un replanteamiento de todo lo que es la función de salud pública y todas las profesiones sanitarias asociadas a lo que es la salud pública, sin excluir que podamos tener que incorporar algunos otros perfiles, como usted sugería.
Respecto a una segunda oleada, yo coincido con usted, primero en que puede venir, aunque no hay certeza; de hecho, vemos brotes en todos los países que han pasado la pandemia, en todos, y esto no lo solucionaremos hasta que no esté solventado en todo el mundo. Y no lo estará mientras haya un país, el que sea, por alejado que esté de España, que tenga casos; vivimos en un mundo interconectado, por tanto, esto hay que solucionarlo a nivel global, por eso es una pandemia, es a nivel global. Pero es verdad que yo creo que la población, la ciudadanía, está mucho más concienciada. Esta misma Comisión es un ejemplo, la distancia que hay entre los miembros de la Comisión, el uso habitual que hacemos de las mascarillas. Es decir, hoy en día hay una concienciación y un comportamiento que ha incorporado algunas de las recomendaciones que hemos ido haciendo y que evita que los contactos sean contactos efectivos a los efectos de transmisión. También es verdad que estamos más prevenidos. En febrero o en enero una persona que se encontraba mal tardaba en ir al médico porque pensaba que era una gripe común aunque tuviera síntomas compatibles con el COVID. Además, el mismo médico le decía que era una gripe y a los tres días volvía y se le hacía una PCR para salir de dudas, pero la PCR solo se hacía en dos o tres hospitales. Hasta que no había un diagnóstico pasaban ocho o diez días, y cuando recibíamos los datos teníamos una foto de lo que ocurría diez días antes. Hoy, en cambio, son uno o dos días. Por tanto, hay mucha más preparación para detectar de forma temprana el brote y actuar con mucha contundencia. En su comunidad autónoma ha habido dos brotes y se ha actuado con una contundencia muy necesaria para cortarlos de raíz y, además, también se ha aprendido mucho del manejo del paciente. Por tanto, es verdad que yo considero que esto nos puede hacer prever que, en caso de haber una segunda oleada, sería más benigna. Pero también le digo que toda precaución es poca y que la prudencia tiene que ser máxima, porque vendría en una época que coincidiría con la gripe común y, por tanto, hay que tener la máxima prevención y la máxima precaución.
La vacuna no es una obsesión, señor Esteban. Yo creo que se está haciendo un esfuerzo internacional sin precedentes para obtenerla. Va a haber, a mi juicio, no una sino varias vacunas, y, en ese sentido, habrá que decidir o habrá que ver cuál es la más adecuada para qué. Por lo que yo sé, por lo que voy siguiendo y por lo que veo, todo el mundo es consciente de que la vacuna tiene que distribuirse en términos de equidad y de que, aparte de descubrirla, hay que producir dosis en cantidades muy altas para que llegue a todo el mundo. Cuando tengamos esto, que lo tendremos, está por ver cuándo ―todos quisiéramos que fuera lo antes posible, incluso que fuera ya―, habrá un punto y aparte, habremos conseguido domesticar el problema. Esto no quiere decir que luego no tengamos que seguir teniendo sistemas de salud pública muy activos, porque si repasamos los últimos diez años veremos que ha habido varias pandemias, como puede atestiguar la exministra Pastor, y seguirá habiendo más. Por tanto, la lección que debemos extraer, aun cuando venzamos a este virus, que todavía no está derrotado, es que esto lo debemos tener mucho más a punto para que no nos sorprenda, porque hemos visto el enorme daño en todos los sentidos que ha hecho esta pandemia.
Señor Guillermo Díaz, enlazo el final de la contestación al señor Esteban con el inicio de su intervención. Es verdad que siempre hay que estar preparados para las pandemias, y esto es una gran lección que hemos aprendido. Coincido con usted en que hay que desarrollar la Ley General de Salud Pública. Y si llegamos al acuerdo de que hay que retocar algunas cosas, naturalmente estamos abiertos; estas cosas si se hacen con consenso, mucho mejor. La coordinación con las comunidades autónomas ha funcionado razonablemente bien, al menos es mi impresión como actor que he sido en estos días de la pandemia. Siempre puede ir todo mejor, como he dicho en varias ocasiones ―usted no se puede sorprender de este comentario porque lo he retirado―, y es verdad que debemos hacer esfuerzos para mejorar, pero creo que ha cohesionado mucho el hecho de tener todos muy claro desde el ámbito sanitario a lo que nos estábamos enfrentando y que requería un esfuerzo colectivo. Realmente ha habido momentos muy duros y momentos en que hubiéramos podido hacer las cosas de manera más coordinada. Por otro lado, estoy totalmente de acuerdo en que hay que apostar por toda la industria biomédica. La industria farmacéutica en España ha funcionado muy bien durante esta pandemia. Las ochenta y dos plantas de fabricación de medicamentos que tenemos han funcionado muy bien, muy coordinadas con la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. Esto lo he podido discutir con usted en varias sesiones de mis comparecencias semanales habituales, y quiero poner de manifiesto otra vez este hecho. Le agradezco mucho su actitud al manifestar con claridad y rotundidad, sin dejar espacio para la duda, que su grupo estará con el Gobierno, sea quien sea quien gobierne, cuando haya una pandemia de este tipo porque creo que es lo que hay que hacer.
Señora Cañadell, es verdad que el balance de la pandemia ha sido duro en todos los sentidos. Es verdad que hay expectativas inciertas para el otoño y, por tanto, esto requiere que sigamos actuando con muchísima prudencia. Nosotros no tenemos ningún interés particular en reactivar el estado de alarma cuando este finalice ―recuerdo que finaliza a las 00:00 horas del domingo―, pero si fuera necesario, no tenga ninguna duda de que lo haríamos. ¿Cuándo sería necesario? Pues si volvieran a darse unas condiciones epidemiológicas que solo pudieran ser revertidas con una interrupción generalizada de la movilidad en nuestro país. Más allá de otras consideraciones que entiendo que puedan hacer algunos grupos, no se puede cuestionar que el estado de alarma ha funcionado. Ha permitido confinar y parar la epidemia, es lo que están haciendo en todo el mundo. Donde se ha controlado la pandemia ha sido sobre la base del confinamiento y la interrupción de la movilidad, que es el vector de transmisión del virus más importante. Por otra parte, las compras centralizadas creo que fueron necesarias ―iba a decir una cosa que prefiero comentar en otro momento― porque en un mercado absolutamente desestabilizado, con una demanda muy superior a la oferta de productos en los ítems que hemos ido comentando reiteradamente —de equipos de protección individual, de ventiladores, de equipos de ventilación mecánica invasiva y de PCR—, solamente todos los recursos del Estado puestos a disposición de la acción de compra podían garantizar obtener el material, como así ha sido, y, aun así, a precios y con plazos de entrega distintos de los que quisiéramos. Esto no ha sido obstáculo para que las comunidades autónomas pudieran seguir comprando; algunas lo han podido hacer y todas han experimentado —las que lo han hecho— las mismas dificultades que el Gobierno de España; y además, todas las que lo han hecho han contado con el apoyo del Gobierno de España.
De los 16 000 millones quiero hablar poco, pero me va a permitir un único comentario. A veces ponemos más el foco en cómo se reparten y no en el hecho de que hay 16 000 millones. Esto es un hecho sin precedentes; es un hecho sin precedentes. Y me gustaría poner el foco en lo segundo, en que, a fondo perdido, se transfieren 16 000 millones de euros; 9000 para Sanidad, 2000 para Educación y 5000 para Servicios Sociales. Claro que uno siempre puede encontrar una forma de reparto que le beneficie más, pero también es justo lanzar el mensaje claro a la ciudadanía de que, de una forma excepcional, hay 16 000 millones que se reparten a fondo perdido entre las comunidades autónomas.
Usted ha hablado de la necesidad de serenidad y confianza para dar respuesta a eventuales brotes. Estoy completamente de acuerdo; solo añadiría la responsabilidad; serenidad, confianza y responsabilidad. Es muy necesario que todos actuemos con responsabilidad. Sobre los fondos europeos, vamos a ver en qué condiciones llegan y en qué condiciones se pueden distribuir. Y en cuanto a la necesidad de reducir el déficit estructural en sanidad, en mi intervención ya he dicho que el acuerdo de Gobierno de investidura con el Grupo Confederal de Unidas Podemos deja claro que vamos a trabajar para aumentar los recursos de la sanidad pública un 7 %. De todas formas, aquí las comunidades autónomas tienen margen porque la financiación en materia de sanidad, como usted sabe, no es finalista y, por tanto, cada comunidad autónoma decide. De hecho, el señor Esteban ha hecho una referencia a esto, cada comunidad autónoma tiene que ser responsable de qué recursos, de los que tiene disponibles, dedica a sanidad en lugar de dedicarlos a otras actuaciones.
Señora Vallugera, usted ha dado por reproducidas sus posiciones —que yo conozco— en materia de recentralización, infrafinanciación y salud mental. Si le parece, a efectos de no ser excesivo en mi respuesta, doy por reproducidas las respuestas que yo le doy siempre y que usted conoce en estos asuntos. Y me ha hecho seis o siete preguntas con respecto a los fondos Feder. Mire, me voy a informar porque la verdad es que no conozco el detalle de estas medidas que usted pone en mi conocimiento. Intuyo que ha habido un esfuerzo por dedicar el máximo número posible de recursos a la lucha contra el COVID, también de los que provienen del Feder. Y usted me decía: Oiga, esto perjudica a algunos proyectos que están en marcha. Entiendo su posición; si me lo permite, voy a intentar informarme y le hago llegar la respuesta. Lo mismo haré con respecto al convenio Generalitat-Estado firmado en 2010, en cuanto a los fondos que ha habido y la intención de renovarlo porque no tengo información precisa.
Señor Mayoral, estoy completamente de acuerdo con usted, como casi siempre, en el sentido de que la atención primaria debe tener una perspectiva comunitaria; yo también lo he mencionado en mi intervención y ahí estamos completamente de acuerdo. Igualmente coincidimos en que es necesario que haya un consenso político —yo casi hablaría de unanimidad porque me parece un tema de unanimidad; pero, en fin, si no, consenso político— en que el acceso a la sanidad universal tiene que ser gratuito y en todo el país, estoy completamente de acuerdo con usted. Yo creo que es una gran lección de esta crisis. En sus consideraciones sobre el carácter del concepto integral de salud pública ha puesto un ejemplo que me parece muy pertinente y con el que también coincido; el acceso a la vivienda, que es un componente de la salud pública. Es así, no hay que darle más vueltas porque es así y coincido con usted. Como también coincido cuando habla de la necesidad de estabilizar plantillas en el sector sanitario. Usted dice en el sector sanitario y yo digo que en todos, pero en el sector sanitario especialmente. En este asunto, como cuando usted hacía referencia a la reversión de las privatizaciones, simplemente quiero recordar el marco competencial que necesariamente tengo que respetar. Hay cosas que tienen que hacer las comunidades autónomas y, por tanto, hay que poner a cada una ante su espejo, decir qué política sigue y con qué orientación.
Me parece también sugerente la observación que ha hecho en el sentido de vincular el éxito de la Organización Nacional de Trasplantes —que efectivamente es una política que hemos hecho en nuestro país muy exitosa, ejemplar y muy copiada en el mundo— al hecho —cierto y que, además, es clave en su funcionamiento— de la exclusión del lucro; y, por tanto, garantizar en términos de equidad absolutamente y solo guiarse por criterios estrictamente clínicos y científicos. Me ha parecido muy sugerente y le quiero agradecer el comentario porque puede hacernos reflexionar a todos en este sentido.
Señor Steegmann, yo no voy a entrar en las contraposiciones que usted hace sobre la necesidad de humildad y la actitud del presidente del Gobierno porque no me parece oportuno hacerlo aquí, aunque respeto lo que usted dice. Claro que las vidas las han salvado los profesionales sanitarios, y yo entiendo su comentario y, además, me sumo; no tengo ningún problema en reconocer la ejemplar labor que han hecho. También es verdad que las medidas que hemos adoptado, el decreto del estado de alarma, redujeron mucho el contagio del virus. En ese sentido, también me va a conceder que podamos afirmar que eso también ayudó a salvar vidas, pero no quiero que esto se entienda en demérito, ni muchísimo menos, de la labor que han hecho los profesionales sanitarios. También ha hecho unas predicciones sobre los posibles rebrotes. A mí es un tema que me preocupa mucho porque estamos viendo casos ayer en China, en Alemania, vinculado este último, por cierto, a un matadero, y hemos tenido casos de estos en nuestro país. Me preocupa mucho. Es verdad que se están detectando precozmente en nuestro país, es verdad que cuando se detectan se actúa en todas partes con mucha contundencia, pero yo creo que hemos de lanzar constantemente un mensaje a la ciudadanía de que esto está ahí todavía, de que hay que ir con cuidado y no podemos relajarnos.
Me ha hecho dos recomendaciones, la primera sobre la extensión de las PCR. Nosotros estamos constantemente revisando los protocolos, estamos a punto de acordar con las comunidades autónomas que se hagan PCR a todos los contactos estrechos. Hacer más PCR, casi de forma indiscriminada, no lo recomienda nadie. Nosotros tenemos una capacidad de PCR muy importante, en estos momentos en España se han hecho ya más de tres millones, que son muchas, y usted lo conoce porque sabe que la PCR no es como tomarse una aspirina. Quiero decir que lleva un proceso, una logística, se están haciendo muchas, y vamos a ir adaptando los protocolos a aquello que vayamos viendo como evidencias científicas que nos recomienden alterarlos.
Y respecto a la vacunación, hay un apoyo ―no lo dude― a todos los investigadores españoles que están trabajando en la vacuna, y también un contacto muy estrecho por parte de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios y de toda la industria española que está en condiciones de poder activar fabricación de vacunas. Es verdad que España es una potencia en vacunas veterinarias y que en algún caso se podría transformar esta producción en vacuna humana ―ya lo he comentado en alguna otra sesión, usted me ha oído―; y esto lo estamos siguiendo muy de cerca. Y también es verdad ―como he dicho antes en respuesta al señor Esteban― que yo creo que habrá no una sino varias vacunas. Según los comentarios a los que usted se refería del doctor Simón, pero también de los expertos con los que semanalmente nos reunimos para evaluar la evolución de los avances en materia de vacunas, todos dicen que no hay datos todavía de ninguna de ellas, están todas en ensayos clínicos, algunos muy avanzados, y habrá que ver con mucho cuidado los datos. Usted sabe que el de las vacunas es un mundo muy complejo, por lo que habrá que ver los datos, la evidencia científica que se aporta sobre la bondad de cada una de ellas, habrá que decidir a qué colectivos hay que proporcionársela y habrá que ver de las disponibles cuáles son las mejores. Ahora bien, en esto nosotros vamos a estar trabajando siempre en coordinación con los socios europeos y garantizando una seguridad cuando administremos o pensemos que se pueda administrar un producto, intentando tener los primeros productos que haya y los mejores disponibles para la población de nuestro país.
Señora Pastor, entiendo perfectamente sus comentarios respecto a la lealtad debida por su grupo al conjunto de los ciudadanos españoles y no lo tomo como un reproche; entiendo perfectamente sus comentarios y el acento que ha puesto en la necesidad de que haya un buen diagnóstico de lo que ha pasado. Yo creo que coincidiremos en que para que haya un diagnóstico preciso de lo que ha pasado y toda una serie asentada de indicadores, tiene que pasar todavía un tiempo. Esto requiere un análisis profundo a posteriori. En todas las epidemias me parece que es lo mismo cuando tienen una magnitud como la de esta. No dude de que lo vamos a hacer y lo vamos a compartir. Coincido con usted en el hecho de que habría que dedicar más horas al debate sobre asuntos de sanidad y salud pública, pero me parece también que coincidiremos si yo le digo que aprovechemos las circunstancias que favorecen o facilitan este debate para que sea efectivo y nos permita llegar a buen término. Le agradezco su ofrecimiento de llegar a un pacto para que podamos afrontar reformas estructurales. Su grupo ha gestionado la sanidad de este país, gestiona la sanidad de cinco comunidades autónomas, por lo tanto, es un grupo con experiencia directa en lo que significa gestionar esto, y me parece una magnífica noticia que usted se abra en nombre de su grupo a que hablemos de esto. Yo le digo que nuestra política ha sido siempre de mano tendida y vamos a hacer los máximos esfuerzos para llegar a un consenso lo más amplio posible en esta dirección.
En referencia a los protocolos a los que ha hecho mención, en concreto a uno que hicimos en enero, están siempre en permanente revisión. Esto también es una plasmación de la humildad a la que yo me refería en mi intervención, porque uno espera que un protocolo diga exactamente lo que hay que hacer, pero, bueno, los vamos cambiando cuando vamos sabiendo más cosas. El uso de la mascarilla ha sido un ejemplo muy claro en ese sentido. Yo lo he dicho: sí, hemos cambiado de opinión, como ha cambiado de opinión el ECDC y como ha cambiado de opinión la OMS, porque hemos ido viendo que el virus tenía transmisión en casos de asintomáticos y, por tanto, los hemos ido adaptando y los protocolos en ese sentido están en movimiento. Por otro lado, coincido plenamente con usted en que hay que replantear los distintos instrumentos de salud pública con los que cuenta el Gobierno de España. El CCAES, que usted creó —ya la he felicitado por su creación en varias ocasiones en público y hoy tengo oportunidad de hacerlo directamente en respuesta a su intervención—, fue una buena decisión y a mí me ha resultado un instrumento utilísimo para luchar contra el COVID. Usted me hablaba del Centro Nacional de Epidemiología, y yo creo que efectivamente —coincido con usted— hay que hacer una reflexión sobre cómo organizamos estos instrumentos para que trabajen de forma más eficaz.
En cuanto a las vacunas, nosotros defendemos un enfoque europeo porque esto nos da potencia de compra —si trabajamos juntos, mucha potencia de compra diría yo—, fortaleza para negociar ante la industria —usted sabe lo que significa todo esto, no hace falta que entremos en detalles— y equidad, uso equitativo. Esto también lo favorece el carácter pandémico de este virus; o sea, no ganamos nada con vacunar a un país si dejamos a los vecinos sin vacunar; no ganamos nada, el virus volverá a entrar, a no ser que nos encerremos en casa de por vida. Por tanto, un acceso equitativo de la vacuna. En esas soluciones estamos trabajando y creo que ahí podemos tener resultados positivos. Por último, tomo nota de sus reflexiones acerca de la forma de tramitación del Real Decreto-ley 21/2020, pero no le puedo dar una respuesta sobre cómo lo vamos a hacer. En todo caso, se haga como se haga, voluntad y la mano tendida para llegar a un acuerdo, señora Pastor; por parte del Gobierno seguirá habiendo una voluntad clara de hacerlo.
Doña Ana Prieto, me sumo al recuerdo que ha tenido usted para todos los fallecidos; esto no lo olvidamos en ningún momento, y le agradezco el apoyo a las decisiones que ha tomado el Gobierno. Yo sí creo que lo que hemos hecho entre todos ha ayudado a controlar la epidemia y, por tanto, en ese sentido, a salvar vidas. La red social que se ha desplegado creo que es muy potente, muy potente. Es verdad que la ocasión lo requería, pero también es verdad que había que hacerlo. Es cierto que también hemos oído en algunos debates que se ha hecho apresuradamente, pero, claro, es que no había tiempo y ha habido que actuar con muchísima rapidez. En cuanto a la coordinación con las comunidades autónomas, ya lo he dicho antes, creo que ha funcionado bien, pero usted me ha pedido que elaborara un poco más mi posición al respecto. Efectivamente, ha habido quince reuniones del presidente del Gobierno con los presidentes de las comunidades autónomas y esto no tiene precedentes. Yo he acompañado al presidente en catorce de estas quince reuniones y la verdad es que me parece que han sido útiles. El propio presidente se ha manifestado en el sentido de que han servido para aprender y, por tanto, son mejorables, pero han funcionado muy bien. Asimismo, hemos tenido también innumerables reuniones de coordinación en el seno del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud que, a mi juicio, ha funcionado correctamente. Sobre la reserva estratégica quiero hacer un comentario, que usted me ha pedido también. En este sentido, hemos de ser todos muy conscientes de cómo son las cosas en nuestro país. Este es un Estado compuesto y la sanidad es una responsabilidad de las comunidades autónomas, por tanto, ellas deben acometer la tarea de tener una reserva estratégica de sus productos. Lo están haciendo y tienen ya periodos considerables de reserva de material. Lo que he expresado es que el Gobierno de España, además, para complementar esto —que en ningún caso exime de la responsabilidad a quien tiene la obligación de prestar este servicio porque tiene la competencia— puede reforzar por si hubiera una rotura de stock puntual en algún sitio. Y ahí estamos trabajando con los consumos que hemos apreciado que ha habido en esta oleada, aunque yo también creo que, si se reprodujera una nueva oleada, no sería de la intensidad —como decía el señor Esteban— de la primera. Finalmente, he de decirle que hay que actuar con muchísima responsabilidad porque eso todavía está ahí y la que nos va a sacar de esto es la ciencia.
Creo que he dado respuesta a todas las consideraciones que me han trasladado y simplemente acabo agradeciéndoles una vez más el tono de sus intervenciones y las aportaciones que han hecho.
Muchas gracias, señor presidente.